CUARTA NOCHE
Espera la noche, espera;
que obscura vendrá la noche:
y, con vagos sones lontanos,
oirás de la muerte el coche.
Por un camino de lágrimas,
por los verdosos malecones,
el coche de los difuntos
ceñido irá de crespones.
Por la distante callejuela,
que de neblina azul se viste,
el coche helado de la muerte
pasará borroso y triste.
Por el jardín desvelado,
de turbio malecón distante,
llevará los muertos queridos
con celestía en el semblante.
A la floresta lejana
los llevará el nocturno coche,
para que hablen con los dulces
lirios de azulado broche.
¡Espera la noche, espera;
de los recuerdos la noche!
José María Eguren