CENICIENTA
(Mi agradecimiento a Salustiano Masó)
Desde sus brotes la lanzaron al vacío
sin tiempo para el juego y para el beso.
Lavando en el estanque, enaguas de las otras
se cortó con una piedra transparente:
era un zapato de cristal hecho pedazos
y un beso de príncipe, quebrado en la puntera.
Ángeles Fernangómez