UNA DE AMOR VIRTUAL
Ella tiene la piel cansada de soledades
y acaba de cortar con su mamá,
el domingo le pesa con sus trampas
y enciende la pantalla solo para olvidar.
Él vuelve del trabajo malherido de las extras
a arrojar mensajes virtuales como botellas
y robándole tiempo al tiempo
navega en busca de otros puertos y otros sueños.
Y allí en ese infinito mar que no tiene gusto a sal,
ni peces, ni playa de coral, ni arenas, ni atardeceres,
en un golpe de suerte fijan cita para verse,
ella, con los miedos de la ocasión, él, a doble o nada
a la ilusión.
—“Y como hago para reconocerte”
—“llevaré minifaldas y grandes ojos verdes”
—“yo iré con mi gastado traje de soñar,
no olvides que te espero, por favor sé puntual”
La ciudad los encontró sentados en la mesa del bar
hablando de esas cosas que se dicen por no callar
sabe Dios si por casualidad se rozaron las manos
y vieron que todo no había sido en vano...
Cuentan las mismas lenguas de siempre
que ya cargan con un par de descendientes
y ya no arrojan sus botellas a ese mar
donde no hay peces, ni playa de coral,
ni aguas, ni atardeceres con gusto a sal,
solo ese sabor que da la oportunidad.
Así que usted ya sabe, revise los portales,
no vaya a ser que el azar envíe sus señales
una vez más...
Daniel Omar Martínez