LA VIEJA
La vieja se balancea en su silla,
sonriendo a la vida,
carcajeándose de la pasión.
Canta y recanta la misma nana,
y a veces susurra palabras de amor.
Sus fanales huecos
se pierden en el ramaje bilioso
del otoño marchito.
Su mirada acaricia las últimas margaritas
y se derrama, ebria, en unos recuerdos espectrales.
Cuando el sol se esconde detrás de las farolas,
el ángel celador, de blanco vestido,
empuja la silla de ruedas de la anciana
hacia el pabellón de los enfermos de alzheimer.
Harmonie Botella