DESTRUCCIÓN DE LA TARDE
Toda el agua tranquila
que en tus sienes habita
la intención de la pluma
anima
al derramarse.
Ordenas
la desesperada historia de la tempestad
en dormidos sucesos y una por una
sueltas
décadas y décadas de palomas
que a ti regresan, necesariamente,
en blanca exactitud.
Contigo
hablo de mármoles destruidos,
de estatuas que esperan dulcísimos idiomas.
Contigo yo soy uno
porque también la angustia
te humedece con sangre
y a ti, la mar de blanco tiende su cementerio.
Mis peldaños escalas
hasta donde lo humano soporta la belleza.
Roberto Sosa