FUE EN EL AÑO 32.
Y NO HAY OLVIDO
«Después del ametrallamiento
quedaron tendidos hasta los
fieles perros que acompañaban
a sus amos indígenas».
(De: Documentos militares oficiales del gobierno
salvadoreño, publicados por la Imprenta
Nacional de El Salvador).
La orden
partió de una de las 14 mansiones
y cayó en llamas sobre el corazón derecho
del teósofo y brujo Maximiliano Hernández Martínez,
andando el tiempo cosido a puñaladas.
Sucedió en Juayúa.
Fueron llegando, como en sueños,
uno tras uno 30.000 campesinos,
es decir,
niños grandes quemados por círculos en rojo.
La sangre es excitante.
A la hora señalada cerraron
las 4 bocacalles de la plaza
y hubo
un infierno nuevo bajo el Sol.
(Los ojos brumosos
del señor presidente de los Estados Unidos de América
se inyectaron de sangre y relucieron a su máximo esplendor).
Fue en el año 32. Y no hay olvido.
Roberto Sosa