MINUTO DE SILENCIO
Algún día quizá, en alguna parte,
guardarán un minuto de silencio por mí,
probablemente, cada cual, allí callado,
pensará en sus cosas,
de pie, tal vez incómodo,
es posible
que dos o tres segundos me recuerde
tal como fui,
o tal como no fui,
brizna o vilano en el tumulto íntimo de su ser,
en los ratos de su alma,
por eso ahora, guardo yo
un minuto de antemuerte por ellos,
y por mí que declaro por mí con ellos junto,
en recital banquete o asamblea,
guardo un silencio nada funeral,
pero, eso sí,
centrado como un dardo en su diana,
enhiesto como un brindis rebelde,
no del alma, de la carne,
un silencio de médula exprimida,
un mutismo de cima,
ultrasónico alarido sin más ruidos parásitos
que este oscuro latir que aún me sostiene,
un silencio por la irrealidad
de cuanto en vida o muerte, calla o habla,
un silencio de nadas implicadas,
por ellos y por mí, que no se olvide.
Salustiano Masó