HISTORIA DE UNA PIEDRA
Es tuya.
Tu mano, fronteriza cavidad,
de un mosaico de pizarra, caliza y arenisca
la eligió amorosamente
entre la escorrentía.
Es la depositaria
de tu más mortal secreto,
el que confiaste al cormorán
asomada a tu cometa de nimbos
y que un día traicione
tu fardel de pies adultos —pero esto
no lo sepas aún. Cuando la arrojes,
ahí enfrente, en Orán,
la encontrará un niño
calcáreo
de tanto mirar roca,
caliente su planicie biselada
por la susurrante historia de humedad
que le contaste.
Durmió esa noche al tornasol de la otra costa.
Su nuevo amigo
—ojos de azogue,
palmas de sílice—,
ya estaría petrificando un mapa
con los brotes de sus dedos.
Nadie más sabría ssshhh...
de la ruta invisible
hacia los cormoranes.
Natalia Carbajosa