LOS ESTIBADORES
Mensajero de ayer y cruz de escombro. Desde algún sitio se inventaban muros, muelles y buques negros. Vagones que ocultaban la mañana y estibadores ya sin estatura a causa de los bultos constituían ultrajes hasta el hielo. Mensajero de ayer, mi padre fue uno de ellos.
Ola de atardecer vencida siempre y sin embargo siempre en rebeldía. Todo me parecía anochecido: viajero y pescador, mástiles y escuadras de gaviotas, todo, todo, excepto las alas de la espuma.
Los trabajadores marítimos volvían al hogar como ángeles fracasados. Tenía yo seis años y el espanto era ya el espanto.
Roberto Sosa