EL AMIGO
Aquí, Señor, te dejo
mi corazón antiguo,
voy a pedir prestado
otro nuevo a un amigo.
Federico García Lorca
Qué maravilla, amigo, hallarnos tan dispuestos
a la fiesta del sol y las conservaciones
dedicadas al viento. Pues las horas andando
se van, amigo, hablemos: consagremos el día
a las cosas que amamos. ¿Quién conoce la dicha
de estrenar un camino sembrado de palabras
antiguas, y encontrarlas, ya granadas espigas,
y saber que el camino tiene la edad del tiempo?
No importan las ideas. El sí o el no se pierden
en inútil concierto como el rumor del río.
No importa si a la postre nunca nos entendemos.
Amigo, lo glorioso en sí son las palabras
repetidas al sol, mientras la primavera
hierve en el alma como la luz en los espinos.
Habernos encontrado, ¡esto es lo grande, amigo!,
y decirnos con júbilo todo lo que sabemos.
Contarnos, por ejemplo, la perfección del día,
y que estamos dispuestos a hacer notables cosas
para salvar al hombre del dolor y el olvido.
Decir una vez más: no tiene fondo el cielo.
Y bebernos el zumo sin fin de las estrellas…
¡Qué maravilla, amigo! Con tanta y tanta muerte
que eclipsa la mirada inocente del agua,
hoy, a pesar de todo, vivimos, y es domingo,
y nos contamos todo lo poco que sabemos
de mañana, que es lunes, y quizá estemos tristes.
Salustiano Masó