EN LA FUENTE DE LADRILLO
Tras una larga lucha
entre buenos y malos,
todos hemos pasado por la fuente
de ladrillo a beber un poco de agua.
Crucis. Aquí no vale.
Crucis. Estoy a salvo.
Devora nuestras caras el calor
a cada trago, y juegan dando vueltas
por nuestro pelo las avispas. Muy
poco a poco el hilillo va cayendo,
es más que suficiente para saciar la sed.
¡Pillado, tú la llevas!
Darío Márquez Reyeros