BOCA
Miro tu boca tajante y llena de semillas. No da palabras
célebres. No invoca. No espera en sus ángulos húmedos
esos negocios crujientes de los hombres.
Y, sin embargo,
un curso de agua ciega no apagaría su luz, hecha de risa
y de entresijos.
Pido
que me caliente en el invierno su lengua, por donde pasan piedras
blancas y peces resbaladizos y frutos sin ánimo
hasta que tú los nombras.
Tomás Sánchez Santiago